“A MIS NIÑOS Y NIÑAS”
Es el momento de despedirnos
de esta etapa.
El hermoso viaje que
comenzamos juntos llegó a su fin. No debe ser un momento triste, sino motivo de
alegría, pues significa que habéis crecido y tenéis que continuar el camino.
¡Que lindo es mirar para
atrás, como asomándose por una ventana y recordaros con esas caritas de
asustados, con vuestros chaquetones nuevos, vuestras mochilas nuevas, agarrados
y agarradas a la pierna de la mamá o papá, llorando desconsoladamente!
Ese momento quedará grabado
en mis recuerdos para siempre y aunque, la gran mayoría, comenzasteis con la
seño Ana, pero yo siempre estuve ahí, desde el primer día, en vuestro patio de
recreo, secando algunas lágrimas y limpiando algunos moquitos, intentando
consolaros con mis palabras de cariño.
Por eso, al haceros mayores y
os vea caminar por la calle con vuestros amigos y amigas, me reiré un poquito y
me sentiré muy orgullosa porque un granito de esas personitas lo sembré en mi
clase de infantil mientras duró esa maravillosa etapa.
Trabajamos mucho, como
hormiguitas laboriosas, sin descuidar los detalles, compartiendo y ayudándonos
a crecer mutuamente, pues tú y tus compañeros y compañeras me enseñasteis
muchas cosas y creo que yo a vosotros también.
Muchas veces, os diría que
casi todos los días, me sentí una gallina, rodeada de sus pollitos. Compartimos
charlas, disfrutamos con juegos, os divertía con cuentos y canciones y fui
viéndoos crecer hasta hoy que habéis crecido tanto.
Junto a vuestras familias intentamos
hacer de vosotros y vosotras unas buenas personas, quisimos educaros en
libertad, hacer que crecieran vuestras alas para ayudaros a volar durante todas
vuestras vidas.
Me quedo con la carcajada, la
emoción, la sorpresa, los perdones, el juego, la alegría… Puse de mí lo mejor.
Pido perdón por aquellas
cosas que me salieron mal, aún proponiéndome hacerlo bien.
Yo os aseguro que un lugar de
mi corazón será siempre vuestro.
Querida familia hoy quiero
agradecer el trato que me han dado a lo largo de esta maravillosa etapa.
¡Gracias por haberme confiado vuestros tesoros más grandes: vuestros hijos y
vuestras hijas.!
A los papás y mamás que hoy
también están tristes, porque la realidad les dice que sus pequeños bebés ya no
son tales, sino que se han convertido en mujercitas y muchachotes, les doy las
gracias por su apoyo continuo, por su trabajo, su comprensión, su confianza y
su amistad.
A vosotros y vosotras, no
quiero deciros adiós, mejor “hasta luego”, porque siempre estaré ahí para lo
que necesitéis.
Revisad cada día vuestros
corazones porque cada mañana dejaré un beso para que no me olvidéis.
Firmado: La Seño Mari Carmen
que os quiere muchísimo.
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